Epilepsia

Qué es

La epilepsia es una enfermedad caracterizada por la presencia de crisis o ataques epilépticos repetidos, que son producidos por una actividad exagerada y desordenada en las neuronas (células del cerebro) y que no están relacionados con fiebre o procesos agudos que afecten al cerebro (infecciones, traumatismos).

Debe diferenciarse de otros trastornos que, aunque pueden presentar crisis, no son epilepsia (p. ej. las convulsiones febriles). Además, las crisis deben ser repetidas, y no basta un solo episodio para diagnosticar a un paciente como epiléptico.

 

Causas

Las crisis se producen por descargas de impulsos generalizados y desordenados de las neuronas, que están provocadas por alteraciones en el equilibrio de los neurotransmisores (sustancias químicas que transmiten las señales entre las neuronas). Este desequilibrio puede deberse a exceso de los neurotransmisores excitadores, disminución de los inhibidores, o alteraciones en los receptores de las neuronas que captan estas sustancias.

 

Síntomas

Debe diferenciarse el término crisis del de convulsión. Menos de la mitad de las crisis son de tipo convulsivo. Las convulsiones son sacudidas musculares incontroladas y repetitivas que pueden ser generalizadas (con pérdida de conocimiento) o parciales (sin pérdida de conciencia y con afectación de sólo una parte del cuerpo). Otros tipos de crisis cursan sin convulsiones. Son de tipo tónico (rigidez generalizada), hipotónico (como un desmayo o lipotimia), o las ausencias (detención de la actividad en curso durante unos pocos segundos). Finalmente, algunos tipos de crisis menos frecuentes pueden cursar con espasmos musculares aislados (mioclonías), movimientos automáticos complejos, alteraciones de los sentidos y alucinaciones. A veces pueden aparecer otros signos asociados a la crisis, como relajación de esfínteres, babeo y mordedura de la lengua.

Las crisis epilépticas suelen durar segundos o pocos minutos. En algunos casos pueden ser difíciles de percibir si su sintomatología es poco evidente y su duración muy corta. Muchas crisis suelen acabar con un periodo de somnolencia postcrítica, que puede durar hasta más de una hora, en el que el niño está adormilado y con una respuesta deprimida a los estímulos. Es importante señalar que este periodo no forma parte de la crisis epiléptica, sino que es posterior a la misma. En muchas ocasiones también, el paciente no recuerda lo que le ha pasado, ni tiene conciencia de los minutos previos y posteriores a la crisis. Es la denominada amnesia postcrítica.

 

Diagnóstico

La principal prueba para el diagnóstico y seguimiento de la epilepsia es el electroencefalograma (EEG). Es una prueba no dolorosa y sin efectos perniciosos, que no requiere sedación ni anestesia. Se realiza mediante la aplicación de unos electrodos en la superficie del cuero cabelludo, que registran la actividad eléctrica del cerebro. Así, el especialista puede evidenciar las descargas (focos irritativos) que provocan las crisis, así como su intensidad y localización. En ocasiones, estas alteraciones son difíciles de observar, por lo que se tiene que recurrir a un EEG en deprivación de sueño (con el niño sin dormir), a un registro durante el sueño nocturno (polisomnografía) o a una monitorización EEG continua de la actividad cerebral (desde 24 horas hasta 7 días).

Es importante destacar que hay un porcentaje de niños no epilépticos que pueden tener alteraciones irritativas en el EEG. Por ello, sólo la existencia de crisis repetidas, junto con las alteraciones del EEG, orientan hacia el diagnóstico de epilepsia.
En los casos en que se sospeche la existencia de una causa concreta de las crisis (epilepsia sintomática), se deben realizar otras pruebas, como la TAC, la resonancia nuclear magnética (RNM), análisis metabólicos o estudios genéticos.

 

Tratamiento

Se utilizan numerosos medicamentos antiepilépticos. En general, se administran dosis que varían según el peso del niño y que se reparten en dos o tres tomas al día. El neurólogo indica el fármaco más adecuado para la edad del paciente y el tipo de epilepsia, así como informa sobre los posibles efectos secundarios y las interacciones con otros medicamentos. La mayoría de los tratamientos cumplen con el objetivo general de eliminar las crisis lo antes posible, con un solo fármaco, sin efectos secundarios remarcables y sin interferir en las actividades de la vida diaria. No obstante, un bajo porcentaje de epilepsias son de difícil control (epilepsias refractarias), por lo que se ha de administrar más de un medicamento conjuntamente, aumentando así el riesgo de interacciones y efectos secundarios.

Algunos tipos de epilepsia pueden beneficiarse de una dieta cetogénica, que siempre deberá ser controlada por un dietista experto.

Finalmente, la cirugía tiene su indicación sólo en algunos casos muy específicos, que se han demostrado refractarios a la terapia farmacológica. Estos pacientes deben ser evaluados en las Unidades específicas de Cirugía de la Epilepsia.

 

Prevención / Consejos

En general, deben adoptarse unos hábitos de vida que disminuyan el riesgo de aparición de las crisis. Los niños deben dormir entre 8 y 10 horas (dependiendo de la edad), y respetar la regularidad en las horas de acostarse y levantarse. La TV debe verse a una distancia mayor de 2 metros y con luz ambiental. No es conveniente abusar de los videojuegos ni del móvil, aunque no están prohibidos, a menos que el médico indique lo contrario (p. ej. en el caso de las epilepsias desencadenadas por estímulos visuales). Es conveniente que se limiten en el tiempo, con intermedios de descanso. No es preciso prescindir de alimentos concretos. En jóvenes epilépticos está contraindicada la ingesta de alcohol, bebidas estimulantes y fármacos que actúen sobre el sistema nervioso. No es recomendable la asistencia regular a lugares en los que exista una sobreestimulación del sistema nervioso (discotecas), así como la transgresión habitual del horario de sueño/vigilia.

En el colegio es recomendable que el tutor responsable del alumno conozca el diagnóstico y el tratamiento del niño, así como el monitor respectivo si realiza actividades deportivas con cierto riesgo (natación, p.ej.). Estas actividades no deberá realizarlas solo, aunque no existe contraindicación absoluta para ninguna actividad intelectual o física.

 

Conducta ante una crisis epiléptica

  1. En primer lugar, hay que intentar conservar la calma. Una crisis epiléptica suele ser un episodio muy aparatoso, pero casi nunca provoca lesiones. La mayor parte de las crisis ceden solas en pocos minutos, aunque después suelen ir seguidas del estado postcrítico, que puede alargar la duración aparente de la crisis.
  2. Tratar de que el niño no se lesione durante la crisis epiléptica, quitando objetos peligrosos de alrededor y colocando algo blando bajo su cabeza, para evitar que se golpee contra el suelo. Aflojar ropas alrededor del cuello.
  3.  Debe tumbarse al niño en una superficie segura y colocarlo de lado, para evitar obstrucciones de las vías respiratorias. NUNCA introducir ningún objeto en la boca.
  4.  Se debe esperar al lado del niño hasta que la crisis epiléptica termine. Dejar que descanse hasta que se recupere y comprobar que vuelve poco a poco a la situación normal.

En algunos casos, es aconsejable avisar al servicio de urgencias (112) o trasladar al niño al centro sanitario más cercano. Antes del traslado, el médico de urgencias puede indicar la administración de diazepam rectal o midazolam oral para cortar la crisis. Los casos en los que se aconseja el traslado son:

  • Si la crisis epiléptica dura más de 5 minutos (sin contar el período postcrítico)
  • Si la crisis epiléptica se repite en un corto espacio de tiempo.
  • Si no recupera por completo la situación previa, tras un periodo de tiempo prudencial después de la crisis (15-20 min).
  • Si ha habido un traumatismo importante durante la crisis.

Otros datos de interés

El Servicio de Neuropediatría de HM Nens dispone de la Unidad de Estudio y Tratamiento de la Epilepsia, que permite la realización de interconsultas y pruebas complementarias en los casos de epilepsias refractarias o de difícil control.