Madrid, 17 de agosto de 2021. Las especiales circunstancias que se han vivido durante el último año hacen que este verano se desee especialmente volver a la “normalidad”. Eso implica, entre otras cosas, disfrutar del buen tiempo, de las vacaciones, viajar… y todo ello está asociado a un cambio de hábitos que afecta directamente a la alimentación y que puede conllevar ciertos riesgos. Además de las intoxicaciones y alergias alimentarias, el verano es una época propicia para que se originen problemas de salud leves, pero molestos, especialmente entre la población infantil. Para evitar alarmas innecesarias, es recomendable saber identificarlos y cómo actuar.
La Dra. Lara Mateo Mosquera, médico del Servicio de Medicina Interna del Hospital HM La Esperanza de Santiago de Compostela, explica que en esta época del año “comemos más a menudo fuera de casa (picnics, barbacoas, piscinas…) y es frecuente que se relajen las medidas básicas de manipulación y conservación de alimentos”. A ello se suma el incremento de las temperaturas, que favorece la reproducción de bacterias y la proliferación de gérmenes en los alimentos, lo que convierte el verano en la estación más peligrosa en lo referente a las intoxicaciones alimentarias.
La infección por salmonela es la más frecuente en esta época del año. Según el último informe sobre enfermedades zoonóticas, es decir, las que se transmiten de animales a humanos, publicado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), en España, esta bacteria provocó 5.103 casos de intoxicación en 2019. Suele estar relacionada con el consumo de huevos crudos, salsas (sobre todo la mayonesa) y las carnes de ave y res crudas o poco cocinadas. También se deben extremar las precauciones con mariscos, pescados y vegetales crudos.
Cuándo sospechar que una intoxicación es grave
Los síntomas más frecuentes de las intoxicaciones alimentarias son diarrea, vómitos, náuseas y malestar general. No suelen conllevar gravedad, pero se debe acudir al médico siempre que haya fiebre superior a los 38 ºC, diarrea con sangre o que dure más de tres días sin mejoría, vómitos que impiden la ingestión de líquidos o signos graves de deshidratación como mareos u orinar poco.
También es necesario tener en cuenta que hay colectivos más vulnerables. “Cualquier persona puede tener una intoxicación alimentaria, pero en ciertos grupos puede cursar de forma más grave: es el caso de menores de 5 años, ancianos, personas con inmunodeficiencias, embarazadas, etc.”, explica la Dra. Mateo.
Para evitar cualquier problema este verano los expertos recomiendan seguir unas recomendaciones básicas que tienen que ver con cuatro factores principales: temperatura inadecuada en la conservación, manipulación incorrecta, cocción insuficiente y falta de limpieza. Por ello los expertos recomiendan cocinar bien los alimentos, evitar comer productos crudos, limpiar bien hortalizas y vegetales, no dejar alimentos cocinados a temperatura ambiente, no romper la cadena de frío y mantener una adecuada higiene de manos, de superficies y de utensilios. Son consejos muy sencillos que pueden evitar más de un disgusto este verano.
Las alergias, otro motivo de consulta en verano
Además de las intoxicaciones alimentarias, las alergias son otro motivo habitual por el que se visita la consulta del médico en verano. En este sentido, la fruta dulce típica de esta época del año es una de los principales causantes de reacciones alérgicas, sobre todo entre los niños. La alergóloga del Hospital HM Nens de Barcelona, Dra. Karolina Esponda, explica que “el melocotón, el melón y la sandía son las frutas que suelen generar más alergias. En el caso del melocotón, pueden ser por contacto o al ingerirlo y se manifiestan con ronchas o picores al tocarlo o rojeces alrededor de la boca o en todo el cuerpo después de comerlo; mientras que el melón o la sandía pueden conllevar picor en la boca al tomarlos”.
El campo de las alergias propias del verano no se reduce únicamente a las alimentarias, ya que también suelen ser habituales las cutáneas y las que surgen a causa de las picaduras de insectos y los ácaros del polvo. Las provocadas por el veneno de ciertos insectos como las abejas y avispas constituyen la segunda causa de anafilaxia en niños (la primera son los alimentos) y son las que pueden ocasionar reacciones alérgicas más importantes.
En este caso, la alergia suele manifestarse a partir de la segunda picadura y los síntomas son la aparición de ronchas generalizadas, hinchazón en otras partes del cuerpo alejadas del sitio de la picadura, dificultad para respirar, tos, bajada de tensión e incluso pérdida de conocimiento. Por el contrario, la hinchazón, dolor o enrojecimiento de la zona de la picadura es una reacción esperable, es decir, no alérgica.
Piel hidratada para prevenir las reacciones cutáneas
En menores con dermatitis atópica, el sudor, la exposición al sol o el cloro de las piscinas pueden provocar reacciones en la piel como aparición de enrojecimiento, picor e inflamación. Para evitar el empeoramiento de estos síntomas se recomienda mantener la piel del niño bien hidratada con el uso de las cremas hidratantes o emolientes habituales, ducharse al salir de la piscina y vestirse con prendas de algodón o lino.
Finalmente, la concentración de ácaros en el ambiente disminuye con el calor, por lo que la alergia a este elemento no suele ser tan común en verano. No obstante, hay que tener precaución al llegar a las segundas residencias, pues al no ser la vivienda habitual y no limpiarse regularmente, pueden acumularse. Hay que observar que no se presente mucosidad al despertar o de forma casi diaria, estornudos frecuentes, picor nasal, de paladar, oídos y/o garganta.
La Dra. Esponda señala que “es fundamental que tanto el niño como el adulto que ha sido diagnosticado de algún tipo de alergia, viaje o salga de casa con la medicación de rescate pautada por su especialista y si se sospecha que pudiera padecerla, pida cita en la consulta en cuanto sea posible”.