Bronquiolitis: la principal epidemia pediátrica

 

Desde hace un mes, cuando con la llegada de los primeros fríos del otoño, empezamos a diagnosticar niños afectos de bronquiolitis, el aumento de los casos ha ido en aumento. Sin haber llegado todavía al momento de mayor incidencia en este otoño-invierno, un porcentaje importante de los niños que atendemos y de los que están hospitalizados, lo están por este motivo.
 
La bronquiolitis es una infección de la vía respiratoria de pequeño tamaño, los llamados bronquiolos, originando unos síntomas que a veces son indistinguibles de las conocidas bronquitis. 
 
La peculiaridad de la bronquiolitis es que afecta a niños más pequeños, típicamente lactantes menores de 12 meses. 
 
Los responsables son virus, siendo el más prevalente el virus respiratorio sincitial (VRS), propio de los meses fríos del año. Tanto este virus como otros causantes de las bronquiolitis, en niños más mayores o adultos pueden causar tan solo un catarro. Sin embargo en los niños más pequeños, la inmadurez del árbol respiratorio predispone a una infección de la vía respiratoria alta.
 
Los niños con bronquiolitis suelen iniciar los síntomas como un cuadro catarral. Progresivamente se irá añadiendo dificultad respiratoria creciente y en muchos casos fiebre y dificultades para la alimentación. El tratamiento que se suele intentar a nivel domiciliario son los broncodilatadores como el salbutamol. Cuando el bebé necesita ingresar el pilar del tratamiento –y esto ha sido así siempre….- es el oxígeno. Algunos tratamientos coadyuvantes como la adrenalina nebulizada, la fisioterapia respiratoria y el tratamiento de soporte (hidratación, adecuada nutrición, etc) resultan también de ayuda.
 
 
La mayoría de bebés tendrán un cuadro leve que podrán tratar en su domicilio. En casa es interesante no estar expuesto a humo de tabaco –en realidad esto también sin bronquiolitis-, realizar una alimentación fraccionada, evitar la concurrencia de muchas personas y optar por un ambiente relajado y tranquilo.
 
Cada caso es diferente, y hay algunos factores de riesgo como por ejemplo una edad muy pequeña (menores de 6-8 semanas) o el antecedente de prematuridad, que se tendrán en cuenta. Tu pediatra te indicará qué tipo de control es necesario en el caso de tu hij@.
 
Es conveniente consultar de forma urgente si:

 

  • Aumenta mucho el trabajo respiratorio y se observa cómo la frecuencia respiratoria se acelera y se marcan las costillas al respirar.
  • Presenta un pico elevado de fiebre.
  • Tiene cambios de coloración en la piel: palidez o color azulado.
  • Está muy irritable y quejoso o con tendencia a dormir más. 
  • Rechaza el alimento, comiendo la mitad o menos de lo habitual.
  • Se observa que realiza una pausa respiratoria.
  • Tiene antecedentes de enfermedad en el periodo neonatal o nació antes de tiempo.

Más información en este link.

Artículo de la Dra. Amalia Arce, responsable de E-Salud, pediatra de Urgencias y de Consultas Externas.

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