¿Qué debemos saber sobre la Dislexia?

¿Qué es la dislexia?

La dislexia es un trastorno específico del aprendizaje ubicado dentro de los trastornos des neurodesarrollo. Estará presente a lo largo de todo el ciclo vital de la persona, aunque los síntomas y la manera de expresarse irán cambiando. Es por ello que una detección e intervención temprana, será de gran importancia para disminuir las consecuencias presentes y futuras.

Es el trastorno del aprendizaje más frecuente y estudiado y. Con una prevalencia mundial entre el 7% y 17% de la población en edad escolar, afectando a ambos sexos por igual.

Consiste en una dificultad persistente para adquirir la lectura. Independientemente de cualquier causa intelectual, cultural y emocional y , por tanto, se da a pesar de una inteligencia adecuada y de una escolarización convencional (Shywitz, 2002).

¿Cuál es la causa?

Hoy en día se conoce que su causa es neurobiológica, produciendo una alteración en el funcionamiento de las zonas cerebrales que controlan el lenguaje. Tiene un importante componente hereditario, implicando con probabilidad varios genes.

Por lo que la Dislexia no es causada por problemas durante el embarazo o el parto, el método de enseñanza de la lectura, la falta de esfuerzo o las pautas educativas inadecuadas.

Los lectores con dislexia no adquieren las habilidades lectoras con facilidad, y la activación de su cerebro durante la lectura es diferentes a la de los lectores sin dificultades.

Una de las teorías respaldadas sobre la dislexia sugiere que se trata de un trastorno fonológico. Afecta principalmente a la capacidad para decodificar y reconocer las palabras de manera adecuada, lo que dificulta la automatización del proceso lector. Como consecuencia, la lectura se vuelve lenta, poco fluida, requerirá un gran esfuerzo y estará marcada por numerosos errores.

¿Cómo detectarla?

Hoye en día el diagnóstico es clínico, basado en la Historia Clínica y la Evaluación neuropsicológica.

La historia clínica tratará de recabar datos acerca de antecedentes familiares, hitos del desarrollo, adquisición de la lectura, otros aprendizajes, rendimiento académico y funcionamiento, entre otros datos relevantes.

La evaluación neuropsicológica, estará destinada a valorar el nivel intelectual de la persona, su lenguaje oral y escrito, la comprensión, y otras funciones cognitivas como las funciones ejecutivas y atencionales entre otras.

¿Qué síntomas presenta?

En la dislexia los síntomas cambian a medida que el niño crece o evoluciona. Desde la etapa preescolar es posible apreciar pequeños detalles que pueden hacernos sospechar que un niño es disléxico. Entre los seis y los once años, los síntomas son más evidentes y conocidos. A partir de los doce años se hacen muy claras las alteraciones del aprendizaje, ya que aumentan las demandas y las exigencias.

Para que un niño sea disléxico no hace falta que presente todos los síntomas que a continuación se detallan, aunque tampoco lo es por presentar solo alguno de ellos.

En una etapa inicial, cuando el objetivo es aprender a leer:

  • Presentan problemas con la conciencia fonológica, como dificultades para deletrear, manejar mentalmente los sonido y asociar letras con sus sonidos.
  • También tienen problemas para evocar nombres específicos y memorizar secuencias verbales automáticas (días de la semana, meses, etc…)
  • La lectura es lenta con errores frecuentes como sustituciones, omisiones o inversiones de letras.
  • A pesar de estas dificultades, muchos logran una compresión lectora comparable a la de sus compañeros.
  • En la escritura pueden cometer errores ortográficos, principalmente naturales, como uniones o fragmentaciones de palabras, pero también errores arbitrarios menos significativos (b/v, acentuación, etc…).

En una segunda etapa, cuando leemos para aprender, los lectores con dislexia suelen presentar:

  • Una lectura lenta, poco automatizada y que requiere mucho esfuerzo.
  • Tienen dificultades para aplicar espontáneamente las normas ortográficas y muestras dificultades en su expresión escrita, con problemas en la escritura gramatical.
  • La comprensión puede estar afectada por el esfuerzo que deben dedicar a decodificar el texto.
  • Puede haber bajo rendimiento en matemáticas por la dificultad para automatizar secuencias verbales, como las tablas de multiplicar, y la baja comprensión de los enunciados
  • Todo lo anterior puede dar lugar a que aparezca rechazo a las tareas de lectura, vergüenza al leer en público y dificultades para terminar tareas escritas a tiempo, bajo rendimiento académico y consecuencias emocionales como baja autoestima, sentimientos de inseguridad, irritabilidad y afectación en las relaciones sociales.

¿Qué hacer si mi hijo es disléxico?

Hoy en día se sabe, que mientras más temprano se inicies la intervención, mayor será su eficacia. Por este motivo, es importante una detección temprana por los especialistas en el área.

Aunque cada niño tendrá unas necesidades particulares, los padres pueden encontrar útiles algunas estrategias de apoyo al niño con dislexia:

Apoyo familiar

Es muy importante que un niño con dislexia reciba en todo momento el apoyo de su familia. Cuando empieza a aflorar el problema, se suele crear una relación muy tensa con la familia: el niño normalmente tiene malas calificaciones en la escuela, y la palabra esfuerzo no es sinónimo de ningún resultado positivo. Estas presiones influyen negativamente en su relación con los demás: familia, amigos, escuela, etc. El niño empieza a pensar que es tonto, ya que, a pesar de realizar un esfuerzo, es incapaz de aprender las enseñanzas más básicas (leer, escribir, las tablas de multiplicar, etc.), y tampoco encuentra una explicación a su problema. La familia y la escuela suelen etiquetarlo de vago y de no poner interés en lo que hace. En ese momento el niño pierde algo muy importante para su desarrollo: la autoestima.

La mejor ayuda que podemos ofrecerle es nuestra comprensión en todo momento, y crear un clima de seguridad afectiva haciéndole saber que él simplemente es diferente y que diferentes lo somos todos.

Apoyo en la escuela

Es imprescindible que todo niño disléxico reciba un tratamiento específico, pero es crucial que su problema se atienda, al mismo tiempo, en el aula.

La atención escolar se debe basar primordialmente en la comprensión del trastorno, aunque deben evitarse las medidas sobreprotectoras. Debe quedar muy claro que el problema no viene condicionado por una falta de motivación o pereza, ni tampoco por un nivel bajo de inteligencia.

Se recomiendan una serie de normas que deberán individualizarse para cada caso. Con ello se intenta optimizar el rendimiento, al mismo tiempo que se intentan evitar problemas de frustración y pérdida de autoestima, muy frecuentes entre los niños disléxicos.

Estas recomendaciones son las siguientes:

  • Dar a entender al alumno que se conoce el problema y que se hará todo lo posible para prestarle ayuda.
  • Hacer que se siente en las primeras filas, cerca del profesor, para prestarle la mejor ayuda. · Ayudarle a pronunciar correctamente las palabras.
  • No utilizar el método «global» para el aprendizaje de la lectura.
  • No pretender que alcance un nivel lector igual al de los otros niños.
  • Prestarle una atención especial y animarle a preguntar cuando tenga alguna duda.
  • Comprobar siempre que ha entendido el material escrito recibido.
  • Comprobar que el material que se le ofrece para leer es apropiado para su nivel lector.
  • Valorar los trabajos por su contenido, no por los errores de escritura.
  • Realizar las valoraciones oralmente, siempre que sea posible.
  • Recordar que requiere más tiempo que los demás para terminar sus tareas.
  • Tratar de destacar los aspectos positivos en su trabajo.
  • Evitar que lea en público.
  • Valorar los progresos de acuerdo con su esfuerzo, no con el nivel del resto de la clase.
  • Permitirle, si le resulta útil, el uso de la tabla de multiplicar, la calculadora y las grabaciones.
  • Permitirle el uso de medios informáticos.
  • Enseñarle a tomar apuntes mediante notas breves.
  • Ponerle menos deberes de lectura y escritura.
  • No hacerle copiar grandes «parrafadas» de la pizarra, siempre que sea posible, y darle una fotocopia, si puede ser.
  • No ridiculizarle jamás.
  • Corregirle todos los errores de escritura en una prueba escrita.
  • Aceptar que se distraiga con mayor facilidad que los demás, puesto que la lectura le comporta un sobreesfuerzo.
  • Tomar en consideración el hecho de que escuchar y escribir simultáneamente le puede resultar muy difícil. · Tratar de destacar los aspectos positivos de su trabajo.
  • Repetirle la información nueva más de una vez, debido a su problema de distracción, memoria a corto plazo y, a veces, escasa capacidad de atención.
  • Comprender que tiene una dificultad tan real como un niño ciego, de quien no se espera que obtenga información de un texto escrito normal. Algunos niños disléxicos pueden leer un pasaje correctamente en voz alta y aun así no comprender el significado del texto.