MATRESCENCIA: ser mujer y madre

Ser mujer/ser madre… ¿son cada cara de la misma moneda? ¿o ambos papeles se fusionan para formar la misma?

A menudo, no lo sabemos. Existe una ambivalencia que nos confunde. Lo cierto es que, cuando inicias tu rol de madre, cambias. Quizás porque aprendes a amar de una forma diferente, de forma incondicional. Nunca a nadie (pareja, padre, madre, hermanos/as…) amarás del mismo modo como amas a tu hijo/a y con el miedo e incertidumbre extra de que le suceda algo a esta criatura.

Decimos que cuando eres madre cambias, pero no es del todo cierto. Estos cambios comienzan mucho antes, cuando te quedas embarazada. Tu cuerpo se va transformando progresivamente, en ocasiones, no te reconoces, como cuando eras adolescente. Como mujer, pasas a ser el centro de atención de la pareja, de la familia, de los amigos y tienes ganas de que llegue el momento del parto, te estás preparando durante todo el embarazo para ello. De hecho, especialmente al final del proceso, sientes una mezcla de ganas de que llegue el momento, pero también tienes miedo. Miedo a que no todo salga como debería, miedo en el fondo a lo desconocido. Somos humanos y lo que desconocemos nos da miedo, es normal.

Y llega el momento del parto. Seguramente todo ha ido como esperabas, sin problemas. Tienes un bebé precioso, te dan de alta entre las 24 y 72 h iniciales y aunque todo va bien (así te lo dicen), tú no estás bien.

¿Por qué no estás bien?

  • Tu cuerpo, una vez más, cambia. ¡Nueva situación!
  • Posiblemente has dejado de ser el centro de atención, ahora es tu bebé, pero eso no importa.
  • Parece que dar el pecho debe ser algo instintivo, pero puede que tengas problemas. ¡Tengo grietas! ¡Duelen! Cada vez que tu bebé abre la boca para agarrarse al pecho, tienes miedo, te pondrías a llorar… Tengo que aprender a dar el pecho, te dices. Debo solucionar este problema. ¿Quién puede ayudarme?, te preguntas. ¿Quizás pasa hambre, mi bebé? ¡No puedo fallar!
  •  ¡Tengo sueño, estoy cansada!, y encima tengo que decir que estoy bien porque es esto lo que se espera de mí. De nuevo, me repito: ¡No puedo fallar!
  • ¡Tengo ganas de llorar!, y no sé por qué.
  •  Pero es que no termina aquí. Pasan los meses y seguramente tienes ganas de ir a trabajar, de hacer un poco de vida de mujer, relacionarte con el mundo de los adultos, pero seguramente tienes la sensación de «culpabilidad» , no quieres dejar solo a tu bebé, incluso si se queda con la pareja, que no tienes ninguna duda que cuidará bien del bebé.

La ciencia siempre había estudiado los cambios hormonales que acontecen durante el embarazo y las consecuencias que éstos tienen en los diferentes órganos (riñones, respiratorio, corazón y aparato circulatorio…), pero poco se había investigado sobre si estos cambios hormonales tenían impacto en el cerebro de la mujer embarazada. Al parecer, así es. Susanna Carmona, en su artículo: El embarazo y la adolescencia conllevan adaptaciones neuroanatómicas similares: un análisis comparativo de los cambios morfométricos cerebrales1, estudia y compara, con RM (resonancia magnética), los cambios a nivel cerebral que se producen en tres grupos de mujeres:

  • Embarazadas (1er embarazo), antes y al final del embarazo.
  • Adolescentes (pubertad).
  • Mujeres no embarazadas.

Concluye la autora que, durante el embarazo, los cambios hormonales y, en concreto, los altos niveles de hormonas sexuales (progesterona y estradiol), producen una especie de poda neuronal que implica cambios en la corteza cerebral (adelgazamiento, ensanchamiento de los surcos y disminución de la profundidad…) Cambios muy similares a los que se producen en el grupo de chicas adolescentes, pero que no se produjeron en el grupo de mujeres que no estaban embarazadas. La adolescencia y el embarazo son 2 situaciones que cambian mucho la vida de la mujer y que implica una serie de adaptaciones en el ámbito físico, psicosocial y conductual, asegura la autora en su artículo. Todos estos cambios ayudan a la mujer a prepararse para un mejor cuidado de su bebé y a la adolescente a afrontar la nueva situación de cambio, su paso de niña a mujer.

Este período de cambio es el que se denominó MATRESCENCIA y nos explicaría, de forma científica, todas estas sensaciones, emociones, dudas… que experimentamos durante el embarazo y posparto.

¿Qué podemos hacer?, ¿Cómo gestionamos todas estas sensaciones y miedos?

  • La experiencia de ser madre es increíble, quizás una de las mejores y más importantes de tu vida. Ser madre vendrá acompañada de muchas incógnitas y angustias. No hace falta aparentar que todo va bien porque la sociedad así lo pida. Habría que, como sociedad, no dar ni reclamar una imagen idealizada de la mujer y en concreto de la maternidad.  Nos ayudaría mucho a todos/as a afrontar esta realidad, tal y como es. Ser madre es fantástico, pero eso no significa que el camino sea fácil.
  • No es necesario ser madres perfectas, no es necesario demostrar nada. Nos equivocaremos muchas veces y tendremos muchas contradicciones, pero el vínculo que día a día creamos con nuestros hijos/as, hablar con ellos a medida que crecen, nos dará la experiencia y confianza para solucionar muchos problemas.
  • Aceptemos nuestras limitaciones, dudas, angustias. Esto no nos hará ser peores madres, todo lo contrario. Compartir con nuestras parejas o con ese entorno cercano que nos conoce, ayudará a que nuestras angustias pesen menos.
  • No te sientas culpable por querer ir a trabajar o por querer relacionarte con el mundo adulto. Cualquier experiencia positiva para ti repercutirá positivamente en tu hijo/a.
  • Vivir la experiencia junto a aquellos/as que están en la misma situación que tú, te ayudará a entender lo que te pasa y cómo te sientes. HM Nens, mediante la Escuela de Familias, te ofrece un espacio en el que compartir, escuchar y aprender de otras familias y de pediatras expertos en todas las fases de la maternidad: embarazo, postparto, lactancia, educación infantil, etc. A través de charlas, sesiones y talleres.

Sin lugar a duda, es necesario seguir investigando sobre los cambios que tienen lugar en el proceso de ser madre y las consecuencias que tienen a todos los niveles. Contar con más información contrastada, nos ayudará a entender qué sucede en este periodo y a buscar las soluciones más adecuadas en cada caso.

Me gustaría terminar siendo positivos y teniendo en cuenta los estudios mencionados. Si somos capaces de superar la etapa de la adolescencia, con nuestra pequeña mochila de niña, no dudes que también lo harás en la matrescencia con tu mochila de mujer (cargada de experiencias positivas y negativas, todas sirven), porque ser madre se fusiona con esa mujer que ya eras antes, haciéndola crecer y madurar. Vive y comparte esta experiencia con los que quieres.

 

Dra. Josefina Llagostera

Pediatra y Coordinadora Escuela de Familias HM Nens

 

1 Hum Brain Mapp. 2019;40:2143-2152