Son diversas las causas que pueden provocar alergia y, al mismo tiempo, son muy variados los síntomas en cuanto a tipo y en cuanto a intensidad.
Cuando el alérgeno afecta a la nariz, aparecerán síntomas de rinitis alérgica: estornudos, mucosidad, picor de nariz y taponamiento nasal. Si la sustancia extraña genera reacción en los ojos, se producirán síntomas de lagrimeo, picor que hace que el niño se frote los ojos con el dedo o con el puño de la mano.
En el caso de que la alergia respiratoria se centre en los bronquios, aparecerán síntomas de asma: tos, dificultad respiratoria, y pitidos en el pecho.
La mayor parte de los síntomas digestivos se manifiestan con dolor abdominal, vómitos o diarreas, y suelen aparecer como consecuencia de la ingesta de un medicamento o un alimento.
Las lesiones en la piel más comunes son la urticaria: habones que causan enrojecimiento, inflamación o picor, el angioedema: hinchazón de la cara y la dermatitis atópica o de contacto.
Cuando la reacción alérgica causa síntomas generalizados en distintas partes del cuerpo afectando a varios órganos se trata de una anafilaxia. Y puede producir todos los síntomas citados anteriormente y puede acompañarse de descenso de la tensión arterial, mareos, visión borrosa, sensación de angustia, de muerte inminente, llegando a la pérdida de conciencia, o incluso a las convulsiones, incluso llegar a shock.
¿Cuáles son las pruebas más comunes en consulta de Alergología pediátrica?
La prueba más realizada para llegar al diagnóstico de alergia es el prick test, una prueba cutánea sobre la piel. Consiste en la aplicación de una gota del extracto en la cara anterior del antebrazo. A continuación se efectúa una ligera punción con una lanceta. La respuesta se inicia en pocos minutos y transcurridos quince minutos se realizará la lectura de la prueba.
También se utilizan de pruebas de laboratorio, parches en la piel, pruebas de provocación en las mucosas, pruebas de función respiratoria, pruebas de exposición controlada a alimentos y medicamentos, entre otras.
¿Si estamos en verano, a qué tipo de alérgenos podría exponerse un niño?
Las alergias que más problemas pueden causar en verano son:
- Alergias en la piel por la exposición al sol, el sudor o el cloro: el verano trae consigo una serie de riesgos para la piel de los niños, sobre todo de aquellos que sufren dermatitis atópica o urticaria crónica.
- Alergias a picaduras de insecto: Los niños son más vulnerables a sufrirlas puesto que suelen andar más tiempo descalzos por el césped de las piscinas o playas y suelen llevar ropa más menuda en verano y colores más llamativos.
- Alergias alimentarias: durante el verano se pasa más tiempo fuera de casa y esto implica la exposición a nuevos alimentos al realizar más comidas en un entorno fuera del habitual.
- Alergia al látex: el látex es un material que puede estar presente en las gafas de bucear, gorros u otros materiales de baño, como los flotadores o manguitos, pelotas y son de uso frecuente en verano.
¿Hoy en día, las alergias se podrían considerar como enfermedad medioambiental?
Toda alergia comienza en el sistema inmune de la persona que identifica como nocivas sustancias habitualmente toleradas por la mayoría, las considera como una amenaza por el organismo y la respuesta que produce son una serie de alteraciones inflamatorias en distintos órganos que originan los diferentes síntomas de la alergia.
La OMS lleva años alertando de una cifra muy preocupante: hacia el 2050, la mitad de la población mundial sufrirá algún tipo de alergia.
Ciertamente, existe un incremento progresivo de padecer una enfermedad alérgica. Esto puede deberse a factores genéticos, pero sobre todo a factores ambientales que favorecen el desarrollo de estas patologías: la exposición al humo del tabaco, la contaminación ambiental y el cambio climático. La alergia depende de la genética y el ambiente.
El aumento global de las temperaturas y de las altas concentraciones de dióxido de carbono en el aire, afecta al ciclo de vida de las plantas, provocando un aumento de la producción de pólenes y un avance de la floración.
Los factores ambientales que repercuten en el cambio climático afectan a la salud infantil. A la contaminación, hay que sumarle la sequía que existe actualmente en España. Estudios recientes realizados en la Península Ibérica han descrito una asociación significativa entre sequía y afecciones en la salud respiratoria y circulatoria.
¿Qué se debe hacer ante un ataque de alergia?
Los niños diagnosticados de alergia alimentaria, se exponen a diario y de manera inadvertida, a riesgos que pueden desencadenar reacciones potencialmente graves, a vivir con la angustia o el miedo continuado de sufrir una reacción. Si presentan síntomas de erupción cutánea (prurito -picor-, eritema, urticaria) deberán tomar antihistamínicos orales y si la clínica cutánea se acompaña de edema importante (hinchazón) deberán tomar corticoides orales.
Todo aquel que sufre algún tipo de alergia alimentaria debe llevar encima adrenalina autoinyectable. Por eso, en caso de que presenciemos un ataque alérgico de anafilaxia, lo que debemos hacer es administrársela y llamar a los servicios de emergencias, porque son pacientes que necesitan observación y control médico.
Cuando aparecen los síntomas de manera aguda de asma bronquial se usan medicamentos broncodilatadores, que relajan los músculos bronquiales contraídos, y hacen que los bronquios se ensanchen para que pase mejor el aire. Cuando aparecen los síntomas de rinitis se usan medicamentos antihistamínicos fundamentalmente.
Es imprescindible conocer dónde puede encontrarse la sustancia a la que se tiene alergia, cómo llega a entrar en el cuerpo, y qué medidas seguir para evitarla. La evitación de alérgenos es una parte fundamental del tratamiento de la causa de las enfermedades alérgicas.
En las sustancias de fácil de evitación, las medidas a efectuar pueden ser suficientes para eliminar totalmente los síntomas y no necesitar medicación. En aquellos alérgenos más difíciles de controlar, la evitación dentro de lo posible es un componente más del tratamiento.