Casi todo el mundo piensa que sabe qué es una emoción hasta que intenta definirla. En ese momento prácticamente nadie afirma poder entenderla» (Wenger, Jones y Jones, Physiological Psychology, 1962)
La regulación emocional, como proceso de desarrollo humano, inicia en nuestros primeros años de vida. Diversos autores han profundizado en el estudio de la dimensión emocional, el proceso socioemocional y su vinculación con los sistemas neurológicos y conductuales. Inclusive, es parte de lo que se considera “inteligencias humanas”, poder identificar nuestras emociones y ponerlas al servicio de la resolución de problemas, de la toma de decisiones, de la planificación de nuestros objetivos, pero también de cómo experimentamos el goce y la diversión, influyendo en la calidad de vida.
La adquisición de las habilidades para lograr una autorregulación emocional requiere atravesar emociones que se ven influenciadas y reguladas por otros sistemas del funcionamiento humano, como lo son nuestras características biológicas, ambientales, culturales y socioeconómicas (Ekman, 1992). Desde este enfoque, entenderemos la regulación emocional como un mecanismo de autocontrol, que coordina la experiencia emocional de una persona, ajustándose a sus propias metas objetivas (Bonano en Aramendi, 2016), produciendo un equilibrio entre “la emoción” y como “controlo aquella emoción”. Aquí radica la importancia y el beneficio de poder apoyar la adquisición de estas habilidades en el desarrollo de los niños y niñas, potenciando su adaptación ante los desafíos que afrontarán a lo largo de su vida.
¿Cómo incorporar estímulos al desarrollo de la autorregulación emocional?
La experiencia de intervención en infancia nos entrega el respaldo de que el juego, es un campo orgánico y natural donde los niños y niñas se desenvuelven con todo su potencial, fluyendo en su desarrollo y absorbiendo los aprendizajes experimentados. Si una dinámica lúdica, o un juego, les entrega la oportunidad de sentir alegría, asombro, calma, ansiedad, diversión o frustración, todas esas emociones son procesadas en un contexto que permite responder desde el ensayo y error, en un contexto seguro y espontáneo para ellos.
A continuación, te proponemos algunos juegos que promueven esta exploración de emociones
- Grimaces: un juego de memoria y reconocimiento de gestos y muecas, en el que trabajarás en equipo. El equipo más rápido, ¡gana!
- Polyssimo: un juego de lógica y desafíos cognitivos para trabajar individualmente, posicionando las piezas en el tablero dado, atendiendo a la posición inicial dada en cada tarjeta de desafío.
Si a la experiencia individual que implica jugar, le aportamos la colectiva, esta herramienta se enriquece, explotando todos los recursos que ponemos en la dinámica de sociabilizar. Aquel espacio de juego se convierte en pista de probar lo aprendido, de regular emociones nuevas y de observar las emociones de los otros. Y no solo al juego entre pares, sino que es de vital importancia la vinculación de los niños y niñas, con sus padres y figuras de cuidado directo, ya que serán las figuras de apego que irán potenciando aquellos aprendizajes y guiando en la forma de conectar con sus emociones y como regularlas. Aquí te dejamos algunas recomendaciones de juegos que promueven los espacios de interacción colectiva entre pares y también otros para que niños y niñas jueguen con sus padres y/o cuidadores:
- Tobogán: juego de construcción temático, con piezas imantadas con las que puedes montar toboganes utilizando tu imaginación y haciendo rodar las bolas.
- Vegeto Mondo: juego de desafío cognitivo para aprender y reconocer las estaciones del año y las frutas y verduras que crecen en cada una. Parte de la colección Cool School (aprendizajes escolares).
- ABC Rápido: juego de vocabulario y flexibilidad cognitiva en el que, para avanzar, debes encontrar palabras que se ajusten a la letra y categoría que se está jugando.
La regulación emocional es un aspecto crucial para el desarrollo integral, donde el juego emerge como una herramienta para este proceso. A través de experiencias lúdicas, permitimos que la exploración, desarrollo de habilidades, comprensión y gestión de las emociones, sea de forma saludable. La autorregulación emocional sienta las bases para un crecimiento emocional resiliente y equilibrado a lo largo de la vida. Por eso invitamos a que los padres, educadores y la sociedad reconozcan la importancia del juego como vehículo para cultivar la inteligencia emocional de las futuras generaciones.
María José Orellana
Terapeuta ocupacional en Top Toys
Mónica Emden
Formadora Djeco y Braintoys, Top Toys
Referencias bibliográficas
- Aramendi, A. (2016) La regulación emocional en educación infantil: La importancia de su gestión a través de una propuesta de intervención educativa. Universidad de Valladolid.
- Ekman, P. (1992) An argument for basic emotion. Cognition and Emotion, 6(3/4), 169-200.
- Vygotsky, L. (1978). Mind in Society: The Development of Higher Psychological Processes. Harvard University Press.