Mononucleosis infecciosa, la “enfermedad del beso”

La mononucleosis se conoce popularmente como la “enfermedad del beso” por su mecanismo de transmisión y por la edad en la que se producen más número de casos.

Es una enfermedad que se caracteriza por fiebre, dolor de garganta, ganglios y cansancio. Está causada por el virus de Epstein Barr.

 


mononucleosis

Existen 2 edades en las que es más frecuente: durante la primera infancia en niños que asisten a la escuela infantil y durante la adolescencia. Muchas personas la pasan de forma asintomática, en cambio en otros casos, los síntomas pueden durar varios días.

¿Cómo se produce el contagio?

Se transmite a través de la saliva (de aquí el nombre de enfermedad del beso), a través de las secreciones de las vías respiratorias. Es preciso un contacto íntimo. Rara vez la vía de transmisión es la sangre. Se puede eliminar el virus durante varios meses después de haber padecido la enfermedad, por lo que en caso de un diagnóstico confirmado, se recomienda no compartir cubiertos, platos ni vasos con la persona afectada.

El período de incubación es de 15 a 50 días. Por tanto una persona puede estar infectada con el virus semanas o meses antes que aparezca cualquier síntoma. Los primeros síntomas pueden confundirse con una gripe, ya que suelen ser bastante inespecíficos y comunes a otras enfermedades producidas por virus.

Manifestaciones clínicas de la mononucleosis infecciosa 

Los síntomas típicos de una mononucleosis son:

  • Fiebre, suave o alta, pero está presente en la mayoría de los casos
  • Adenopatías (aumento de los ganglios, habitualmente los laterales del cuello)
  • Dolor de garganta, a veces con placas blanquecinas similares a las placas de pus.
  • Cansancio, que en ocasiones puede ser intenso, especialmente en adolescentes.
  • Otros síntomas que pueden encontrarse son : Hepatoesplenomegalia (hígado y bazo aumentados de tamaño) y exantema (manchas en la piel), normalmente relacionadas con la administración de antibióticos como la amoxicilina o ampicilina. En los más pequeños, tal como adelantábamos, la enfermedad suele manifestarse como cualquier cuadro viral.

Pueden existir personas infectadas con el virus de Epstein-Barr que no presenten ningún síntoma pero sean capaces de transmitirlo a otros individuos. Esta característica junto con el periodo largo de incubación de la enfermedad hace que el control epidemiológico sea prácticamente imposible.

Esta capacidad de pasar “desapercibida” hace que muchos adultos estén inmunizados contra la enfermedad, aunque no recuerden haberla pasado.

Diagnóstico de la mononucleosis

  • Clínico: Presencia de la sintomatología detallada como fiebre, aumento del tamaño de los ganglios y faringoamigdalitis.
  • Laboratorio: La presencia de anticuerpos Epstein Barr Ig M positivos nos dará el diagnóstico definitivo. Este resultado no se obtiene de forma inmediata, precisa de unos días. Otras pruebas más rápidas que nos pueden orientar al diagnóstico de mononucleosis infecciosa son ciertas elevaciones en parámetros del hemograma como los leucocitos y los linfocitos. También es común encontrar los llamados “linfocitos atípicos”, que son células inmunitarias con un tamaño algo superior al habitual.

Existe una prueba de laboratorio rápida para el diagnóstico de mononucleosis infecciosa, mediante un reactivo llamado “Paul Bunnell”. Si esta prueba resulta positiva nos suele confirmar la enfermedad pero tiene como  limitación que suele ser negativo en lactantes y niños/as menores de 4 años.

Asimismo, frecuentemente encontramos las pruebas hepáticas alteradas.

¿Cuál es el tratamiento de la mononucleosis infecciosa?

La mononucleosis es generalmente una enfermedad autolimitada y solo se utiliza tratamiento de soporte sintomático en la fase aguda como líquidos abundantes, analgésicos o antitérmicos (tipo ibuprofeno y paracetamol). Se recomienda descanso durante la fase aguda de la enfermedad y cuando los síntomas agudos hayan desaparecido (1-2 semanas) se puede reiniciar la actividad normal. Se recomienda evitar esfuerzos importantes y deportes de contacto hasta que el tamaño del bazo se normalice, para evitar el riesgo de rotura esplénica. Los antibióticos no se utilizan por ser ineficaces contra las infecciones virales.

¿Hay forma de prevenirla?

No es necesario el aislamiento de los enfermos. Es importante medidas de higiene habituales como el lavado manos y evitar el contacto con la saliva del enfermo a través de vasos y cubiertos. En el caso de escuelas infantiles, se recomienda el lavado frecuente de juguetes.

 


Dra. Amalia Arce. Servicio de Pediatría. Octubre 2017.