Deporte infantil y cuidado de la piel

deporte-piel

La práctica deportiva ocupa una parte considerable de la actividad diaria de los niños, tanto dentro como fuera del horario escolar. Las lesiones cutáneas atribuibles al deporte no son infrecuentes. Pueden ser debidas al rozamiento, a la humedad, a la adquisición de infecciones o a la exposición solar en el deporte al aire libre.

Lesiones por rozamiento 

La fricción continuada de partes del cuerpo entre sí, o con la ropa o calzado deportivo, puede ocasionar lesiones irritativas, eczemas e incluso ampollas. Los niños atópicos son especialmente proclives, debido a la especial sensibilidad de su piel, y el ejercicio puede empeorar o hacer brotar sus lesiones de dermatitis atópica. Las rozaduras crónicas, por otra parte, pueden acabar desarrollando callosidades, sobre todo en las plantas de los pies.

La forma de prevenir lesiones por rozamiento es: elección adecuada de calzado y ropa, de forma que no haya zonas dónde la prenda vaya demasiado ajustada ni demasiado holgada. Conviene hidratar la piel con emolientes adecuados antes y después del ejercicio, e incluso aplicar vaselinas o ungüentos para las zonas que sufren más fricción. Nunca se debe estrenar calzado en una competición prolongada, pues aumentará el riesgo de ampollas.

Si ya se ha producido la irritación, se aplicará crema hidratante con más frecuencia, pero puede ser necesario el uso de algún producto con corticoide para eliminar eczemas. Las ampollas por fricción se cubrirán con apósitos protectores hasta su desaparición, y sólo se vaciará su contenido si hay dolor o riesgo de infección.

En caso de callosidades puede ser necesaria la intervención del podólogo y /o el dermatólogo.

Lesiones provocadas por la humedad

Cuando la piel se ve expuesta de forma constante a un ambiente húmedo acaba macerando, agrietándose e incluso favoreciendo la proliferación de microorganismos como hongos o bacterias. Las ingles, las axilas y los espacios interdigitales de los pies (“pie de atleta”) son localización habitual de cándidas, dermatofitos y bacterias que aprovechan las condiciones de humedad para multiplicarse. Para prevenir este tipo de infecciones se aconseja que el niño seque bien toda la piel después de la higiene personal, incluyendo los pliegues, así como evitar permanecer mucho tiempo con la ropa o el calzado húmedos por el sudor. Cuando ya se ha desarrollado la infección será necesario aplicar el tratamiento médico adecuado.

Infecciones víricas de las piscinas

Los deportes acuáticos predisponen a la adquisición de infecciones por virus que habitualmente colonizan las piscinas. La infección por Molusco Contagioso es muy frecuente en niños pequeños y parece que el origen más habitual son las piscinas. Produce unas lesiones redondeadas, de un tono blanco brillante, y se multiplican y contagian con mucha facilidad, sobre todo si aparecen en el contexto de una piel atópica. A pesar de ser un proceso benigno, es muy molesto y se aconseja tratar, especialmente si el niño desea continuar con su actividad deportiva. El médico aconsejará la técnica de tratamiento más adecuada en cada caso.

El virus del papiloma humano (VPH) es el causante de la verruga vulgar, muy frecuente en plantas de los pies, aunque puede desarrollarse en cualquier parte del cuerpo. Es menos contagiosa que el Molusco Contagioso, pero provoca lesiones más grandes y duras (papilomas) y muy rebeldes a los tratamientos.

No existe ninguna forma efectiva de evitar estas infecciones cuando el virus se encuentra en el agua de la piscina. Será útil la ducha antes y después de la actividad, y el uso de calzado protector, bien sean chanclas o escarpines de goma.

Lesiones por exposición solar 

La práctica de deporte al aire libre implica una exposición a la radiación ultravioleta de las zonas corporales descubiertas. Una exposición intensa aguda puede llegar a producir quemaduras de distinto grado, dependiendo de la radiación, del tiempo de exposición y del fototipo del niño. Además, algunas personas tienen una especial intolerancia a la luz solar, pudiendo manifestar lesiones cutáneas incluso con exposiciones mínimas.

La exposición al sol de forma prolongada y /o de forma repetida en el tiempo, no sólo puede provocar alteraciones en la pigmentación (pecas, efélides, discromías…) si no que a largo plazo se considera uno de los mayores causantes del cáncer de piel, que aparece por lo general en la edad adulta.

Siempre de debe aconsejar proteger al niño con ropa y gorros cuando sea posible, con lociones o cremas de protección solar, y evitando el deporte al aire libre en las horas de mayor insolación. En este asunto conviene hacer partícipes, tanto a las familias como a los colegios y clubes deportivos, que cada vez muestran más su preocupación buscando actividades protegidas para las horas del mediodía.

Problemas de las uñas 

Los golpes repetidos (microtraumatismos) que reciben los dedos de los pies, sobre todo si el calzado no es lo suficientemente holgado, pueden provocar hematomas (derrames sanguíneos). La uña se verá de color granate o negra, en ocasiones dolorosa, y en muchos casos acaba con un desprendimiento de toda la lámina ungueal. A largo plazo los jóvenes deportistas pueden desarrollar uñas que denominamos distróficas, esto es, uñas gruesas, amarillentas y de crecimiento lento. No es raro que finalmente acaben infectadas por los mismos hongos que producen el pie de atleta, y también precisen de tratamiento farmacológico.

Conclusión

La práctica de deporte de forma regular en la infancia tiene incontables beneficios para la salud. Pero el ejercicio intenso y prolongado puede producir lesiones en diferentes órganos, entre ellos la piel. El roce, el sudor y el sol son los principales responsables de esas lesiones, y existen medios, sino para evitarlos, sí para reducir sus efectos. Una buena elección de las prendas deportivas, junto a la protección de las zonas más sensibles, son fundamentales para minimizar esos efectos.

Artículo de la Dra. Isabel Martínez de pablo, Servicio de Dermatología.

Publicado también en la revista Esportiu Maresme